Terminar, para la llegada del bebé.

¿Habéis escrito alguna vez sujetos a tiempos? Es muy habitual cuando se trabaja con editorial o se escribe para medios de comunicación. Aunque no es mi caso, hoy retomo los artículos del blog para contaros por qué he escrito mi última novela con una fecha marcada en el calendario.

Bienvenidos de nuevo a este espacio.

Como siempre digo, si queremos hacernos hueco entre los éxitos del vasto océano literario, tenemos que ofrecer un trabajo lo más perfecto y competente posible. Una de las mejores jugadas para poner una obra en el mercado es imitar todo aquello que hacen las editoriales (dentro de nuestros medios, posibilidades y límites económicos). Entre la contratación de corrector, maquetador, portadista… etc, también adoptar ciertas estrategias de marketing. Una de tantas: establecer fechas concretas de publicación.

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No siempre es la editorial la que condiciona y marca los ritmos de publicación.

En ocasiones, nuestra propia exigencia y disciplina nos obliga a señalar el calendario tal y como hacen las editoriales, pero esto no siempre es positivo.

Es difícil dedicarse en exclusiva a escribir, compaginar la publicación con nuestras vidas reales y oficios de personas normales. Me atrevo a hablar por la mayoría, cuando digo que muchos necesitamos días de 48 horas para escribir al ritmo que nos proponemos. Si todavía no puedes permitirte dedicar todo tu tiempo a crear historias, cualquier pequeño contratiempo puede interferir en tus plazos de escritura marcados. Es entonces cuando se liberan los fantasmas que nos ahogan.

En ocasiones, nuestro compromiso con el lector y con nosotros mismos es tan fuerte, que hace que nos exijamos demasiado, que nos atemos a plazos de difícil consecución, lo que nos produce frustración cuando no llegamos a tiempo. Por suerte, no ha sido el caso y pude publicar para principio de junio tal y como había previsto.

Los motivos por los que un escritor como yo puede marcarse una fecha de publicación son diversos y, a veces, no distan tanto de los que pueden tener las editoriales: puede que queramos aprovechar el verano (la fecha del año en la que más se lee), no coincidir con el lanzamiento de un megabestseller, aprovechar el tirón de ventas de una novela anterior… Pero las causas también pueden ser muchas otras y no estar relacionadas con fines comerciales. Algún acontecimiento importante que se da en nuestras vidas puede condicionar nuestra escritura, como, por ejemplo, la llegada de un bebé.

Que el nacimiento de mi primera niña estuviera previsto para principio de junio era el motivo principal «pero no el único, ahora os hablo del otro».

Debía tener la novela terminada, no solo escrita, sino corregida, maquetada y a poder ser publicada antes de la llegada de la bebé, pues sabía que en cuanto mi hija llegara al mundo ocuparía todas mis ilusiones y atenciones, y no tendría ojos ni tiempo para nada más. Y menos, para afrontar el tedioso proceso de corrección o la última fase de publicación, cosa que ha sucedido por naturaleza. Han tenido que pasar 32 días para que me siente a escribir las primeras líneas, este artículo.

El otro objetivo ligado a la fecha, terminar la novela para participar de nuevo en el Premio Literario de Amazon. Me coincidían las fechas y… ¿por qué no? Sin ninguna expectativa, pues habiendo ganado una vez el certamen poco puedo esperar, decidí que sería productivo publicar dentro del concurso por el reconocimiento que obtuve dentro del mismo hace dos años. La visibilidad extra estaba asegurada. Las ventas, me las he tenido que trabajar como cualquier otro escritor. No han llegado solas.

Pero este no era el fin principal, como os he dicho, sino que el libro estuviera disponible antes de ser papá.

Interrumpir un proceso creativo VS. trabajo duro, presión y estrés.

Los que nos hemos visto envueltos en un proceso creativo de este tipo sabemos que cualquier parón, por pequeño que sea, puede afectar a la historia que estamos contando. Así que, imaginar el miedo que tenía a abandonar por tiempo indeterminado la construcción de mi novela justo en su parte final. Si no publicaba antes, ¿cuándo podría retomar la escritura? Era algo difícil de saber.

No estaba dispuesto a tener que experimentar ese paréntesis, la historia podría resentirse. La solución: trabajar duro durante los nueve meses que me quedaban para tener la novela preparada lo más pronto posible y, si podía ser, que quedara publicada antes de la fecha prevista para el parto: el 5 de junio.

La suerte, el destino, o como queramos llamarlo, también jugaría un papel importante en mi proyecto. Todos sabemos que la fecha de un nacimiento no es exacta y puede adelantarse semanas, incluso meses. Si eso pasaba, mis planes se desmoronarían. Pero yo estaba dispuesto a poner el turbo e intentarlo. Cuando me enteré de que iba a ser papá apenas llevaba escritos un par de capítulos, por lo que prácticamente tenía por delante toda la fase de creación y escritura. No solo nunca había escrito un libro en tan poco tiempo, sino que lo que me proponía era hacerlo en cuatro o cinco meses, para utilizar el tiempo restante para los procesos de corrección, maquetación y preparación para el lanzamiento.

Hace dos años, ya supuso todo un reto para mí escribir Inmemorian (mi anterior novela) en solo 11 meses.

Toda esa presión, junto a que me enfrentaba a la historia más compleja de todas las que he creado (en la que intercalo dos investigaciones en una misma historia) me motivaba al mismo tiempo que aparecían a los primeros síntomas de agotamiento. El cansancio y el estrés ganaban terreno conforme pasaban las semanas y se acumulaban las sesiones de escritura, sobre todo las de las últimas semanas.

Algunas fueron muy largas, las más largas que recuerdo. Hablamos de 8 y 9 horas seguidas.

Por suerte, creo que el apremio para nada afectó al desarrollo de la novela. Ese es otro riesgo que corre un escritor cuando trabaja a marchas forzadas, que la historia que cuenta pierda frescura, que resulte pobre o forzada. Creo que el autor necesita pasar por una serie de fases de escritura durante su proceso creativo para que madure su historia, y que cuando se reducen los tiempos, esto se pone en riesgo.

Gracias al trabajo previo de planificación (iniciado tiempo atrás), creo que conseguí pasar por las diferentes fases a las que me refiero, y la historia se enriqueció. He quedado más que satisfecho.

Siguiendo otra de mis propias reglas sobre el oficio, creo que he escrito lo mejor que puedo escribir a día de hoy. He dado todo de mí. Y creedme que no ha sido fácil escribir un thriller de este tipo sujeto a tiempos tan estrictos, mientras atendía mi trabajo, mi vida personal y preparaba todo lo necesario para la llegada del bebé.

Las últimas semanas de escritura y correcciones fueron tremendamente duras. Todavía no sé de dónde saqué la energía y todo ese montón de horas para terminar a contrarreloj todo el trabajo que quedaba por hacer.

Me resulta duro reconocerlo, pero la novela acabó con toda mi energía. Casi puede conmigo. Después, el tedioso proceso de correcciones terminó de rematarme.

Y, para colmo, cuando creía haber terminado, mi corrector me hizo reescribir los capítulos finales.

Aunque no pude publicar antes del 31 de mayo, día en el que acabó naciendo mi niña, conseguí dejarlo todo preparado para únicamente darle al botón de publicar en KDP cuando estuviera preparado. Cosa que ocurrió el 10 de junio.

Recuerdo que al acabar le confesé a mi buen amigo y confidente literario Francisco Javier Rodenas, que el estrés y el esfuerzo invertido de los últimos meses me hacía sentir abatido. Que sentía como si hubiera gastado la última de mis letras. Por suerte, me recompuse pronto, solo se trataba de una resaca intensa tras largas noches de marcha tecleando.

Tiempos de escritura. Bendito NaNoWriMo.

Conozco varios escritores que son capaces de escribir mucho más rápido que yo, que publican varias novelas al año, y otros que ponen en duda que pueda crearse una buena novela en menos de «X» tiempo. El debate sobre este tema está servido, por eso no hablaremos «de momento» de ello en este espacio. No obstante, tras superar el reto personal de escribir «El caso de los cerebros inservibles» en tan solo cinco meses, puedo entender que como todo, nada es blanco o negro. Depende mucho del sacrificio y tiempo que invierta cada escritor en el proceso de escritura, de cómo afronte la creación de la novela o se tome y entienda el oficio. Creo que se pueden escribir buenas y complejas historias en cuatro, cinco o seis meses si hay autodisciplina y una buena preparación previa.

Hablando de disciplina, no quiero terminar este artículo sin hacer referencia a algo que fue pieza clave para cumplir los plazos de escritura que me impuse. ¡Bendito reto Nanowrimo! No llegué a completarlo, pero gracias a que me propuse hacerlo, sumé 40.000 palabras a la novela en un solo mes. Conseguí darle un buen impulso. Si no hubiera descubierto el funcionamiento de Nanowrimo, ni estaría publicada la novela, ni existiría este artículo.

Nanowrimo es el acrónimo de National Novel Writing Month. Se trata de un desafío de escritura nacido en Estados Unidos que se desarrolla todos los años en el mes de noviembre y en el que participan escritores profesionales y noveles de todo el mundo. Los participantes asumen el reto de escribir 50.000 palabras de un nuevo proyecto de escritura entre los días 1 y 30 de noviembre, lo que conlleva una media es 1667 palabras al día. ¿Por qué 50.000? Porque se entiende que con esa cantidad se puede tener ya una novela corta. Lo interesante del desafío es, que puedes entrar a grupos de escritura y seguir perfiles para compartir tu progreso con ellos, o incluso tomarte el reto como una carrera entre amigos, una competición que resulta ser de lo más motivadora y productiva. Recuerdo que jugué a esto con los escritores Alejandro Moreno y Enrique de la Cruz y cómo nuestras cifras de palabras diarias nos suscitaban a querer superarnos unos a otros.

Gracias por llegar hasta aquí leyendo.

Al final me he abierto en este artículo más de lo que pensaba. Solo espero que si tú también escribes, te resulte motivador. Si yo he podido escribir «El caso de los cerebros inservibles» en tan solo cinco meses, en el inicio de mi carrera y con todo lo que me queda por aprender, tú también puedes fijar fechas a tus proyectos si estás dispuesto a trabajar duro. Luego ya habrá tiempo de recuperar energías. Por cierto, si al leer sobre el proceso creativo de la novela te ha interesado, puedes adquirirla haciendo click sobre la imagen.

Tras contarte algo más de mí, me vuelvo con mi niña. Gracias de nuevo y hasta el próximo artículo.

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